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Desde el jueves 4 de noviembre hasta el 12 de diciembre, La lluvia amarilla inundará de emoción el Teatro Español y Naves del Español de Madrid, donde la compañía altoaragonesa Corral de García mostrará una adaptación muy sentida de la conocida novela de Julio Llamazares.

“Resulta curioso que acabemos en el centro de la capital de España con un espectáculo creado en un pueblo de 90 habitantes en la periferia”, explica a este periódico Jesús Arbués, director y adaptador de este ambicioso montaje.

Además del prestigioso dramaturgo, que también se ocupa del espacio escénico y de la iluminación, la obra está protagonizada por Ricardo Joven y Alicia Montesquiu; los efectos de sonido han sido creados por Nacho Moya; el vestuario por Sara Bonet; y la videoescena por David Fernández y Óscar Lasaosa.

“Es un placer que el Teatro Español haya contado con nosotros. Vieron el espectáculo y nos llamaron enseguida”, cuenta Arbués.

El director no cree que los espectadores madrileños sean más exigentes que los que viven en el medio rural, puesto que “ningún público es igual a otro, incluso en la misma ciudad”.

“Nosotros hemos actuado en sitios muy pequeños y también en Madrid, París o en capitales de provincia. Puedes actuar dos veces en un mismo sitio y las funciones serán distintas. Cada día en teatro es una aventura y nunca el público responde igual -reitera-. Depende de la cantidad de espectadores, de la edad, de la hora, del local… hay tantos factores. Quizá eso sea lo fascinante del teatro, ese ‘no saber’, ese lanzarte al vacío cada día”.

La Sala Margarita Xirgu del Teatro Español acogerá las representaciones durante las próximas semanas, de martes a domingo, a las 19:30 horas.

Julio Llamazares y su novela

Publicada en 1988 por Julio Llamazares, La lluvia amarilla cuenta la historia de Andrés, un anciano que se ha convertido en el último habitante de un pueblo abandonado del Pirineo oscense, donde recuerda cómo poco a poco se ha quedado solo.

Jesús Arbués leyó la novela “hace poco” y se sintió “cautivado” y sorprendido por ella, porque aunque “todo el mundo decía que era un libro sobre la despoblación”, para él también trata “sobre el tiempo, los abrazos que no se dan y la incapacidad de dar amor”.

«Es un placer que el Teatro Español haya contado con nosotros. Vieron el espectáculo y nos llamaron enseguida» comenta Jesús Arbués.

“Son temas universales y, como toda obra maestra, trasciende lo local para ir a lo universal. No es una novela sobre una coyuntura concreta o, por lo menos, no es solo eso”, destaca el dramaturgo.

Sobre Julio Llamazares, Arbués resalta que “es extraordinario como escritor y también como persona”.

“Cuando le solicitamos los permisos tuvimos una entrevista. Fue amable, empatizó con el proyecto, dio buenos consejos y conectamos enseguida. Obviamente, luego le mandé la adaptación para que la aprobara. No solo no hubo ningún problema con él, sino que escucharlo me sirvió mucho”, recuerda.

No obstante, el escritor todavía no ha visto la obra y lo hará precisamente este jueves, cuando empiece su temporada en el Teatro Español.

La adaptación

Tras leer la novela, Arbués tomó la decisión de adaptarla casi de manera “irreflexiva”, porque hasta que no terminó el texto no pidió permiso a Llamazares.

Y eso que el camino no fue precisamente fácil, puesto que le costó mucho escribirla. Tanto, que “quizá es el texto que más me ha costado adaptar en mi vida”, asevera.

Es construir una obra de teatro sobre una novela que no tiene una línea de diálogo. Además, como bien me indicó Llamazares, tampoco se trata de un monólogo, pues el personaje no le habla a nadie. Lo que leemos en la novela no es lo que dice, sino su pensamiento en el último momento de su vida. Dar a eso cuerpo en un escenario es muy complicado”, reflexiona.

Después de todo este esfuerzo, parecía que el destino tampoco le quería poner las cosas fáciles, ya que los ensayos definitivos del espectáculo “iban a empezar el mismo día que comenzó” el estado de alarma por la pandemia del coronavirus, situación que les forzó a “retrasarlo todo”.

“En cuanto salimos del confinamiento, nos fuimos a Corral de García. Recuerdo que en ese momento arreglaron el puente de Santa Eulalia -sede de la compañía- y estábamos aislados casi como los propios protagonistas de la obra. Allí se acabó de cocer el montaje”, añade.

En un primer momento, la compañía trabajó con Pedro Rebollo para construir el boceto del personaje protagonista y después se unió la actriz Alicia Montesquiu.

“Pedro y yo ya habíamos conformado una estructura. Fue un trabajo durísimo al principio”, comenta Arbués, quien agrega que, cuando la obra estaba estrenada, “por razones imponderables” hubo que sustituir a Rebollo por Ricardo Joven que, en muy poco tiempo, “ha hecho un trabajo impecable”.

“Creo que los tres se han dejado la piel para que esto saliera adelante. Como además tienen talento, pues todo, no diré que sea fácil, pero sí posible”, sostiene.

«Resulta curioso que acabemos en el centro de la capital de España con un espectáculo creado en un pueblo de 90 habitantes en la periferia»

Despoblación

La lluvia amarilla acerca a los espectadores hasta la despoblación, un tema muy candente que, además de concienciar al público sobre esta lacra, es uno de los motivos del gran éxito de la novela de Llamazares.

Es una constatación de que es algo que a todos nos ha tocado. Unos lo han sufrido y otros tienen antepasados que lo sufrieron. Creo que verbalizar algo que está tan presente en la vida de la gente es importante”, subraya.

En su caso concreto, Arbués señala que la despoblación ha estado “muy ligada” a su vida. “Yo viví hasta los catorce años en un pueblo que se vaciaba. Mis padres decían que no se irían nunca, aunque se quedaran solos”, recuerda.

En esta línea, el director teatral tiene claro ese concepto aragonés de “la casa”, que vertebra el pensamiento del protagonista de la novela.

“Es una idea muy presente en nuestra tierra, porque la casa no es solo ‘un montón de piedras’, sino que en Aragón es mucho más”, cuenta Arbués, que cita una canción de La Ronda Boltaña para confirmarlo: Tu casa no es solo un montón de piedras, la torre que el tiempo derrumbará; es más que un techo, es un puente de sangre  entre los que vivieron y los que vivirán; navata que en el río de los siglos, con sus troncos unidos, lejos navegará.

El futuro

Estrenada el pasado 12 de febrero en el Teatro Olimpia de Huesca, La lluvia amarilla de Corral de García “está funcionando muy bien” y ya se ha movido “por distintos sitios”.

“Hay una cosa distinta en comparación con nuestros otros proyectos, y es que esta es una obra que tiene ‘gancho’ con el público. Es la primera vez que nos pasa que el teatro se llena siempre, la gente ha leído la novela, la tiene como referente… y cuando salen las entradas se agotan enseguida. Hay auténticos fans de la novela”, constata.

Mientras La lluvia amarilla hace temporada en Madrid, Jesús Arbués está trabajando “en un espectáculo familiar que casi está acabado”, avanza.

“Hay que hacer algo sencillo que pueda verse en todo tipo de espacios y por todo tipo de público. En la compañía combinamos trabajos así de alimenticios con otros más arriesgados como La lluvia amarilla”, con la que quieren volver a Huesca, dice.

La gente del Olimpia quería y nosotros también. Se quedó mucha gente sin verlo en el estreno. También llegará a alguna de las principales plazas de la provincia como Jaca y Sabiñánigo, y ya se vio en Monzón y Barbastro. Y habrá más, claro”, celebra Jesús Arbués, creador de una obra que ya es un clásico.

*Reportaje realizado por el Diario del Alto Aragón el 2 de noviembre de 2021